
“Déjense reconciliar con Dios”
Camino hacia la Pascua recibimos nuevamente la certeza de la reconciliación y el perdón de Jesús.
La parábola del Hijo Pródigo que escucharemos este domingo es conocida por la mayor parte de los cristianos. Muchas veces, a lo largo de nuestra vida nos hemos visto como ese hijo que se aleja atraído por lo que el mundo le ofrece, ansiando una libertad plena que piensa que tendrá si deja su hogar. Muchas veces, también, nos hemos dado cuenta que estábamos mejor en la Casa del Padre, unidos al Señor, y entonces iniciamos el camino de regreso.
¡Dios puede más que todas las atracciones de la sociedad y del mundo! La Casa del Padre, el cielo, en su paz y en su alegría festiva nos esperan y nos atraen constantemente.
A veces podemos pensar que en nuestra vida el pecado ya ganó, que estamos perdidos, que los vicios no se van a ir más de nosotros, que no podemos cambiar. Pensamos que esta batalla está perdida y nos conformamos con no ser los peores., con la mediocridad El Evangelio de hoy nos devuelve la esperanza. El Señor gana: sólo necesita que nos dejemos reconciliar por Él. Dios está atento a que emprendamos el camino de vuelta y nos espera con los brazos abiertos en la fiesta del paraíso.
¿Qué necesitamos entonces? Valor y decisión. El valor para reconocer que no es en la basura de nuestro pecado donde está la felicidad. El valor para poner nombre a nuestro pecado y poder lucharlo. La decisión de no pecar, de emprender el camino de vuelta que sabemos que es trabajoso y que requiere humildad. La decisión de sacrificarnos junto a Jesús en la cruz, sabiendo que en la entrega de nuestra vida Dios puede hacer maravillas.
Pero en soledad constatamos que nos falta fuerza para luchar. Fuerza que viene del Señor Jesús que pone todo de sí para que lleguemos al cielo. El ejemplo de los santos de la familia calasancia nos muestra que este camino no sólo es posible sino que ya otros niños, jóvenes, padres y religiosos lo han transitado.
Muchos niños y jóvenes piensan que Dios no existe o que los dejó por su pecado. Estos días, Dios nos invita a anunciar la buena noticia a todos ellos: “Déjense reconciliar con Dios”.
P. Matías Pavón Sch. P.
Lucas 15, 1-3. 11-32: «Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido»
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.»
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: «Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.»
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. »
Pero el padre dijo a sus criados: «Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.»
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contesto: «Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.»
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: «Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado.»
El padre le dijo: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.»»

MATÍAS PAVÓN
Escolapio
Sacerdote escolapio de la Provincia de Argentina. Actualmente vivo en Córdoba donde soy Rector de la Comunidad de Escuelas Pías. Sirvo, también, como Asistente Provincial a cargo de la Pastoral escolar, formación de colaboradores, Fraternidades y Movimiento Calasanz.