
Dejémonos llevar por el Espíritu como seguidores de Jesús
El relato de las tentaciones de Jesús es lo que en el judaísmo se denomina una haggadá, es decir, una narración que contiene una enseñanza que sirve de norma para la vida. Retirarse a la soledad, ayunando y orando, es una praxis común a distintas épocas y religiones. En el caso de Jesús es la preparación inmediata para iniciar su misión. El bautismo en el Jordán ha dejado atrás la etapa de su vida oculta y ahora, llevado por el Espíritu, va a iniciar su misión de anunciar con palabras y con obras la buena noticia.
Hay un primer mensaje en el relato de las tentaciones: Jesús sufre la tentación como cualquier ser humano y la supera con la fuerza del Espíritu. Viejas Cristologías presentaban a Jesús como “parecido” a nosotros, con “poderes especiales” que le hacían invulnerable y con un conocimiento del futuro que hacían innecesaria la fe y la confianza en el Padre. La tentación y la necesidad de la oración para vivir según el Espíritu acompañaron a Jesús como nos acompañan a cualquiera de nosotros.
¿De qué tentaciones habla el texto de Lucas?: el tener, el poder, el prestigio… Ya desde el comienzo los sinópticos quieren decirnos de qué mesianismo estamos hablando, un mesianismo que no tiene nada que ver con el mesianismo esperado por algunos. Poseer, dominar, ser admirado e incluso ser temido es algo arraigado en el ser humano y letal en la historia en la que ha dejado, y sigue dejando, trágicas secuelas de esclavitud, pobreza, opresión, desigualdades. Las tentaciones de Jesús son las grandes tentaciones de la Iglesia. Y hemos de reconocer que en muchos momentos han sido más que tentaciones para convertirse en realidades arraigadas. Es un error, y una contradicción, creer que el tener, el poder y el prestigio pueden ser instrumentos al servicio de la evangelización. Porque esos supuestos instrumentos fácilmente se convierten en fines que corrompen la buena noticia de Jesús.
Damos comienzo al tiempo de Cuaresma. La tentación de Jesús en el desierto es soslayar su vocación, escapar de su misión. Dejémonos llevar por el Espíritu para reafirmar nuestra condición de seguidores de Jesús. Calasanz nos recuerda: “… procurará que en esta Santa Cuaresma todos manifiesten ser muy observantes, y hagan penitencia de las relajaciones” (24/02/1640).
P. José Luis Zanón Catalá Sch. P.
Domingo 06 de Marzo de 2022 | Domingo 1º de Cuaresma
Lucas 4, 1-13: El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.» Jesús le contestó: «Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.»
Jesús le contestó: «Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto»». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras»».
Jesús le contestó: «Está mandado: «No tentarás al Señor, tu Dios»».
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

JOSÉ LUIS ZANÓN
Escolapio
Nacido en Valencia (1945). Doctor en Psicología. Profesor y Director en varios colegios escolapios. Profesor de la Universidad Católica de Valencia “San Vicente Mártir”, en la cual es Director del Instituto de Investigación “San José de Calasanz”.